Solo su nombre produce placer
La tarta Sacher fue creada hace 178 años por Franz Sacher, aprendiz de repostería, y ello fue debido a la casualidad, ya que el canciller del Imperio Austro-Húngaro, pidió se le preparase un postre especial con el que obsequiar a un grupo de selectos invitados, y sucedió que el jefe de cocina se encontraba indispuesto, y fue a Franz Sacher a quien le correspondió esmerarse para conseguir lo que le habían solicitado. A su regreso a Viena 16 años después, Sacher abrió una tienda de delicatessen, y fue su hijo mayor Eduard quien empezó a confeccionar la tarta según la receta de su padre. Posteriormente fundó el Hotel Sacher que todavía perdura, y donde se vende la Sachertorte.
En el restaurante de éste hotel la sirven acompañada de nata y lo que llaman un “Mélange Vienés”, que es algo similar a un café con leche espumada.
La autentica tarta Sacher, presenta dos capas de bizcocho de chocolate, y una fina capa de mermelada de albaricoque entre ambas, y se recubre toda ella con un glaseado de chocolate negro. Es fina, delicada y con un toque de glamour y nos llena de admiración y placer solo el verla, y es tal su dimensión real, que es suficiente con decir que existe un vals que lleva su nombre.
INGREDIENTES:
Para el bizcocho:
(Las cantidades que os voy a dar para el bizcocho, es para un molde de 35x30, es decir muy grande, pero si dividís las cantidades por 3 os el resultado sería para una tarta redonda de tamaño normal)
· 480 gr. de cobertura de chocolate negro
· 360 gr. de harina
· 450 gr. de azúcar
· 300 gr. de mantequilla
· 12 huevos
· 30 gr. de levadura
· Un pellizco de sal
Para el relleno:
· 300 gr. de
mermelada de albaricoquePara el almíbar:
· 200 gr. de azúcar
· 2 vasos de agua
· 3 copas de ron de caña
Para la cobertura: (glaseado de chocolate negro)
· 300 gr. de chocolate negro
· 300 gr. de nata para montar
· 150 gr. de mantequilla
Para el adorno:
· Un ramillete de grosellas
MODO DE HACERLO:
Primero prepararemos el bizcocho, para ello derretiremos el chocolate con la mantequilla en un
baño de vapor, y una vez en su punto, lo dejamos templar.
Separar las claras de huevo de las yemas, y batir las yemas con la mitad del azúcar, y una vez bien batidas, incorporar la mezcla anterior, batiendo todo ello muy bien hasta que tengamos una mezcla homogénea.
Mezclar la levadura con la harina, y tamizarla sobre la mezcla que tenemos preparada. Unir muy bien el conjunto. Poner las claras en un cuenco con un pellizco de sal y
montarlas a punto de nieve. Antes de que estén totalmente montadas, incorporar el azúcar que habíamos separado y continuar montando hasta que estén bien firmes. Añadirlo a la mezcla anterior con movimientos envolventes para que estas no pierdan el aire que tiene y no se bajen.
Engrasar un molde con un poco de mantequilla, enharinarlo levemente y verter la mezcla en él.
Precalentar el horno a 180º y hornearlo durante 30 minutos, en este momento bajarla temperatura del horno a 160º y dejarlo otros 30 minutos aproximadamente. Es importante que no se queme la parte superior, por lo que si fuera necesario, podéis taparlo con un papel de aluminio. Comprobar si está bien cocido pinchándolo con una aguja de cocina. Si ésta sale limpia el bizcocho está en su punto. Sacar del horno y dejar enfriar.
Con la ayuda de un cuchillo o de un cortador para repostería, cortar el bizcocho en dos capas. Nos quedará así:
Ahora preparamos el almíbar, poniendo el agua con el azúcar y el ron a calentar y dejamos hervir unos 15 minutos aproximadamente a fuego suave.
Emborrachar el interior de las dos capas con el almíbar:
Extender la mermelada sobre la capa inferior:
Superponer la capa de arriba sobre la de abajo, guardando la mismas orientación que tenían antes de cortarla para que no pierdan la forma.
Ya solo nos queda preparar el glaseado de chocolate y vamos a hacerlo del siguiente modo: Poner la nata en un cazo de fondo grueso y calentar en el fuego hasta su ebullición; en este momento la retiraremos del foco de calor y añadiremos el chocolate en trozos pequeños, moviéndolos hasta su total disolución. Una vez bien disuelto el chocolate, incorporaremos la mantequilla y mezclaremos el conjunto con una cuchara de madera:
Colocar la tarta sobre una rejilla al revés de cómo salió del horno, es decir la parte que ha estado en el fondo de la bandeja hacia arriba, ya que está estará más plana y nos quedara la tarta más bonita. Bañar la tarta con el chocolate, incluyendo los bordes. Debajo de la rejilla, deberemos haber puesto una bandeja para que recoja el chocolate que vaya escurriendo.
Poner en el frigorífico para que se endurezca el glaseado (esta operación es imprescindible). Una vez que se haya quedado dura la cobertura, sacarla y adornarla con el ramito de grosellas.